Comenzando el mes de noviembre de 2022,  hago referencia en este espacio, a el día 19 de octubre que se celebra el “Día internacional de la lucha contra el cáncer de mama”.

Durante todo el mes de octubre llueven las publicaciones y actividades alrededor del cáncer de mama, aunque actualmente para 1 de cada 8 mujeres, todos los días es 19 de octubre, sin olvidar a esos hombres que también lo sufren aunque sea un porcentaje mucho más pequeño.

Hay muchas sensibilidades que se hacen más visibles en otoño, y con este pequeño artículo testimonial, pongo mi grano de arena, con algunos mensajes, los míos, como superviviente de cáncer de mama, mujer, madre, esposa, hija, amiga, y profesional, faceta esta última que pongo en valor, tras los aprendizajes, que una experiencia de este tipo, me ha supuesto a mí como a muchas otras tantas personas.

En primer lugar, me uno al grito general de “más investigación para más vida” porque es invirtiendo en recursos y medios científicos y clínicos, cómo se mejoran los índices de supervivencia a corto, medio y largo plazo, además de contribuir a la mejora de la calidad de vida de las supervivientes.

En segundo lugar, me hago eco de las voces que proclaman que el cáncer de mama no es rosa, claro que no, para mí, el rosa simboliza la feminidad y la esperanza, porque sin esperanza, todo es mucho más negro.

En tercer lugar, la vida tras el cáncer de mama, necesita una mirada social y laboral de empatía, pero también de reconocimiento de todos los aprendizajes que una experiencia de este tipo conlleva. Necesitamos alzar la voz para que las empresas y profesionales remen a favor de la empleabilidad tras el cáncer, porque cada vez hay más personas menores de 65 años que afrontan esta enfermedad y sus consecuencias, en plena vida activa.

En cuarto lugar, dar un mensaje a las pacientes y supervivientes, que nunca se rindan, que se enfoquen en todo aquello que les sume y no les reste. Ellas son lo más importante, no porque el resto del mundo no importe, sino porque para cuidar a los demás, tenemos primero, que cuidarnos a nosotros/as mismos/as.

La vida tras un cáncer de mama, no implica partir de cero, sino de un sitio distinto, y fruto de esto, es mi libro “50 enseñanzas entre cicatrices y margaritas blancas”, que acabo de publicar.

Un relato testimonial, ilustrado además,  a partir de mi experiencia como paciente y superviviente de cáncer de mama, y la muerte de mi padre en plena pandemia, del que no pude despedirme. Sumo en este libro, mi herencia familiar, quien era yo antes del cáncer de mama,  y quien soy ahora tras esta experiencia, poniendo en valor los aprendizajes tan potentes que a mis 50 años, comparto y resumo en esta primera edición.

Escribir me ha servido mucho a mi, y este resultado, espero inspire y sea útil a personas que pasan por procesos de cáncer o sus familiares,  profesionales del sector sanitario, o otras tantas personas en el momento que se encuentren en su camino de la vida, una vida de luces y sombras.

Mi libro está disponible en Amazon.  Cualquier comentario o duda podéis escribirme.

Mucha salud y feliz mes de noviembre.