
Población de riesgo y amenaza Covid19
Cuando empezó este año 2020, se cumplía un año desde el diagnóstico, y seguía en pleno tratamiento preventivo. Con el invierno llegaron algunos baches seguidos, infecciones varias, bajada de plaquetas en sangre, y algún percance más. Tuve que rebajar mi nivel de expectativas iniciales para esta primera mitad del año que ya casi cumplimos, mi baja laboral continuaba pero esperaba que mi cuerpo me dejara más libre para avanzar desde casa en este proyecto online. En mi cabeza iban surgiendo las ideas, cuando me encontraba mejor, me sentaba delante del ordenador y escribía horas seguidas, apuntaba notas, buceaba en internet, etc., y la verdad es que el confinamiento a partir del mes de marzo, me lo tomé como una señal de que debía ir por este camino y aprovechar a escribir en los días buenos.
Esto es algo que sucede, hay baches en el camino aunque tú cuerpo vaya respondiendo favorablemente al tratamiento, los hubo en el año 2019 cuando estaba en plena batalla, y los ha habido después, pero afortunadamente se han ido solventando y llego por fin al final de la meta sin más contratiempos.
Algo parecido te puede estar pasando a ti, en este mismo momento, quizá ya te pasó, o si estás en plena batalla, tendrás que tenerlo en cuenta, porque el cáncer, y sus tratamientos, tienen sus efectos colaterales, que no nos deben paralizar, ni obsesionar, pero que nos toca aceptarlos, gestionarlos, encontrar el equilibrio y establecer prioridades, para que el camino no se haga todavía más duro y frustante.
Cuando estaba remontando en el mes de marzo, y parecía que la fase final de mi tratamiento preventivo iba a ser más tranquilo, aparece el monstruo de la COVID19 y todo lo que sabemos ahora, bueno y lo que nos sabemos todavía y de ahí también la incertidumbre y noticias a veces contradictorias.
Yo nunca tuve síntomas gracias a Dios, y mi hijo tampoco, a día de hoy no sabemos si hemos podido ser asintomáticos. Mi marido al principio, por algunos síntomas cómo mucha tos seca, nos pareció que podría haberse contagiado, algo que me preocupó al comienzo dado que yo pertenecía al grupo de población de riesgo, pero se hizo la prueba y dio negativo, así que por fortuna hemos podido llegar hasta aquí, día 10 de junio, sin más sobresaltos, asistiendo a todas mis citas en el hospital, racionalizando la situación. Ya tengo práctica, como dije en mi primera publicación, el miedo se combate entre otras cosas, actuando sobre lo que uno puede hacer para evitar los riesgos, en este caso, utilizar siempre mascarilla, evitar espacios cerrados de momento, distancia de seguridad, no tocarse la cara, y lavado de manos frecuente y al llegar a casa. Si así, los expertos dicen que el riesgo de contagio es casi improbable, pues tocaba continuar con el tratamiento, siempre lo tuve claro, era prioritario tal y como mi oncóloga me aconsejó.

He podido comprobar que mucha gente de mí alrededor, ha tenido mucho más miedo que yo al contagio, y que cuando nos lo han permitido yo he salido a la calle bastante más, que otras personas conocidas que no son población de riesgo. En mi caso, con mis antecedentes y en tratamiento, salir a andar al menos, media hora diaria, es parte de la rutina de hábitos saludables que yo intento seguir, y en cuanto pude dejar de andar por el pasillo de mi casa escuchando la canción de «Resistiré», me lancé a la calle a pasear con mi mascarilla protectora, y en cuanto pudo acompañarme, mi hijo también.
Pero es que además, de vez en cuando yo acudía al fisioterapeuta, y cuando ha podido legalmente retomar su actividad con todas las medidas de protección y seguridad necesarias, yo he vuelto prestando más atención a los beneficios terapéuticos de la sesión que al supuesto peligro de contagio. Supongo que mi cabeza había cubierto el cupo de miedos. Ya sólo me faltaba hacerme muchas películas en mi cabeza, e imaginarme por ejemplo “al virus atravesando mi mascarilla, o mis manos no suficientemente lavadas al llegar a casa y ……”. No estaba dispuesta, por supervivencia mental. He aplicado el sentido común, y con mí mascarilla, y las medidas recomendadas por los médicos, me he sentido razonablemente segura, y espero seguir sintiéndome así.
Esto no significa que no haya tenido momentos de agobio, o que piense en todas esas personas que han estado y están ahora en plena batalla contra el cáncer en su casa o en hospital, en medio de esta Pandemia. Por eso, me siento afortunada de que he podido llegar hasta aquí sana y salva. Mucho ánimo y fuerza, también para los que han sufrido gravemente el Covid19, o sus familias o han perdido seres queridos.
Hoy día 10 de junio, si mis análisis de sangre son correctos, como han venido siendo últimamente, me darán la última dosis, la 14, el punto final de un largo itinerario previsto y por fin cumplido.
Un punto y aparte hasta septiembre, ya libre de estas cadenas que han pesado tanto, retomando si Dios quiere, mis obligaciones laborales por cuenta ajena y mi agenda profesional por cuenta propia.
Me alegro también por mi marido, y mi hijo, mi pequeño círculo, además de por mi madre por supuesto y mi hermano, que tras la muerte reciente de mi padre, esto si que es un motivo para celebrar.
Queda mucho por tratar sobre supervivencia al cáncer, auto cuidado, gestión emocional, calidad de vida, trabajo y empleabilidad en esta “Nueva Normalidad post Covid19″.
Seguiremos sin prisa, pero sin pausa…
No Comment